Las migraciones en México plantean la necesidad de profesionistas capaces de integrar educativamente a los nuevos ciudadanos del país.
En los últimos meses México enfrenta uno de los retos más importantes en términos de migración infantil.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración, hasta mayo de este año las autoridades migratorias entraron en contacto con 22 mil niñas, niños y adolescentes. De ellos, 6 mil 300 pertenecen a la categoría de “no acompañados”; es decir, menores de edad que llegaron al país con sus propios medios.
Según una nota del periódico El Universal, la mayoría de los menores que llegaron a México durante los últimos meses proceden de Honduras, El Salvador y Guatemala. Sin embargo, también se reporta la presencia de niños procedentes de países como Haití, Afganistán, Uganda, Angola y el Congo.
En la Maestría en Educación Inclusiva y Intercultural te contamos qué es lo que está pasando en nuestro país en materia de migración infantil y cuáles son los desafíos a los que debe enfrentarse el profesionista educativo que trabaja con estas comunidades. Y, si quieres involucrarte profesionalmente, también te proporcionamos la formación necesaria.
México: país de migraciones
Históricamente México es un país de migraciones. A lo largo del siglo XX, llegaron a su territorio comunidades procedentes de distintos puntos del planeta. Ciudadanos de España, Chile, Argentina, Guatemala y Nicaragua, por mencionar sólo algunos, arribaron al país y contribuyeron a su consolidación.
De la misma manera, México ha sido y es un país de emigrantes. De acuerdo con el Anuario de migración y remesas México 2018, hasta el año 2017 se registraba más de 12 millones de ciudadanos mexicanos en Estados Unidos.
La migración interna también ha sido un factor decisivo en el último siglo y lo sigue siendo en el siglo XXI.
Según los datos más recientes del Consejo Nacional de Población (CONAPO), la migración interna en México es seis veces mayor que la migración al extranjero.
En este panorama, existen flujos de migraciones internas que ofrecen importantes desafíos en materia educativa. Un ejemplo es el flujo migratorio de los jornaleros agrícolas.
Procedentes de las zonas rurales de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, San Luis Potosí y Guanajuato, se trata de grupos que se emplean en tareas agrícolas fuera de sus regiones de origen. Entre los estados a los que deben desplazarse destacan Sinaloa, Baja California Sur y Chihuahua.
Se trata de grupos altamente vulnerables, de carácter agrícola, rural, campesino e indígena.
Muy recientemente, el primer informe de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas destacó que en términos educativos deben enfrentar dificultades administrativas, curriculares, de evaluación y de temporalidad. Y que, en contraste, carecen de alternativas educativas y de maestros y maestras capacitados para atender sus necesidades.
Las consecuencias son graves. Mientras a nivel nacional el grado de escolaridad es de 8 años, para los jornaleros agrícolas es de sólo 4.5 años. Es decir, cuarto año de educación primaria.
La crisis migratoria centroamericana y los retos educativos de la integración
La llegada de caravanas centroamericanas y el cambio en las políticas del país hacia estas comunidades pusieron en relieve la importancia de priorizar las necesidades de los menores de edad migrantes.
De esta manera, el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) estableció una comisión cuyo objetivo será garantizar los derechos humanos, la protección y el bienestar de los menores de edad que lleguen al país en carácter de refugiados.
Aunque aún se encuentra en ciernes, el trabajo de la Comisión para la Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes y Solicitantes de la Condición de Refugiado será de gran importancia para el establecimiento de directrices y protocolos en lo que a la atención de niños migrantes se refiere.
En lo que respecta a la educación de las comunidades migrantes, México se enfrenta al reto de cumplir con los 17 lineamientos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El cuarto de estos lineamientos, centrado en la educación, indica que los países firmantes tienen el compromiso de ofrecer “una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Ante a esta perspectiva, resulta evidente la necesidad de profesionistas del sector educativo preparados y sensibilizados ante el fenómeno migratorio. Profesionales que vean en la educación un mecanismo de integración y cohesión social, así como oportunidades de desarrollo personal y profesional para los niños y jóvenes que llegan al país.
En términos de fenómenos migratorios y educación, este especialista debe ser capaz de contribuir en la implementación de las recomendaciones que la Unesco dio a conocer en su informe Migración, desplazamiento y educación: construyendo puentes, no muros (2019).
Entre las recomendaciones más importantes de este informe destacan la defensa del derecho a la educación de los migrantes, su inclusión en el Sistema Educativo Nacional y el diseño de planes de estudio que respondan a sus necesidades.
Frente a la sociedad que los acoge, las recomendaciones destacan también la importancia de erradicar los prejuicios frente a los migrantes y su integración en el tejido productivo y social con base en la educación.
El reto, en México, es grande. Pero cuanto mayor ser la preparación de los profesionistas de la educación, mejores serán los resultados. Ese es el compromiso de la Maestría en Educación Inclusiva y Intercultural.