La dispraxia es un trastorno neuromotor que afecta la coordinación y planificación de movimientos voluntarios, como escribir o vestirse, y otras tareas diarias. Requiere de apoyo terapéutico.
Cada vez es más frecuente que los médicos reciban en las consultas a niños con dificultades asociadas con la dispraxia. Este trastorno afecta a sus habilidades motoras, provocando problemas para realizar tareas básicas, como amarrarse los cordones o peinarse, así como recordar hábitos del día a día, sencillos y rutinarios para la mayoría de personas.
La dispraxia hace referencia a un trastorno de tipo psicomotriz que suele manifestarse desde la infancia. Afecta a la movilidad y coordinación de ciertos músculos o conjuntos, los cuales dificultan o ralentizan realizar tareas como escribir, montar en bicicleta, saltar o abrocharse un botón. Es por esto que también se conoce a este trastorno como “el síndrome del niño torpe”, ya que por esta condición realizan con cierta torpeza actividades muy simples. No obstante, no se trata de un problema muscular o anatómico, sino de la falta de capacidad para planificar y ordenar movimientos simples requeridos para desarrollar otros más complejos.
La dispraxia, cuyos primeros síntomas pueden darse tras el primer año y hacerse más evidentes entre los 5 y 11 años, puede coexistir con otro tipo de trastornos asociados al comportamiento, como es el caso del TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad).
Tipos de dispraxia
Como sucede con otras enfermedades, también existen diferentes tipos de dispraxia:
- Ideomotora: se refleja en actividades que tienen un único paso como peinarse.En este tipo de acciones se produce una ausencia de pensamiento entre el momento en que se piensa el coger el objeto y la realización del acto.
- Ideatoria: en este caso el problema se da en actividades que incluyen varios actos sucesivos sencillos que dan lugar a uno más complejo, como podría ser el atarse los botones de una chaqueta.
- Oromotora: este tipo de dispraxia, conocida como dispraxia verbal, afecta a los músculos responsables de la fonación y articulación; el habla puede quedar afectada.
- Constructiva: la afectación se produce en la capacidad de ejecutar relaciones de tipo espacial. Esto dificulta hacer una serie de movimientos, como colocar un objeto encima de otro en una determinada disposición.
Síntomas de la dispraxia
Las principales señales de dispraxia en niños incluyen ciertas dificultades evidentes para:
- Comer o tragar.
- Sentarse.
- Gatear.
- Andar.
- Emplear elementos como cubiertos.
- Comunicarse.
- Coordinar sus movimientos.
- Mantener la postura y el equilibrio.
- Realizar habilidades motoras finas, como agarrar un lápiz, subir una cremallera.
- Correr y saltar.
- No tropezar o caerse.
- Dibujar o escribir a mano.
Causas de la dispraxia
No existe un conocimiento exacto de las causas que provocan este trastorno psicomotriz. Aun así, se relaciona con alteraciones en el desarrollo neuronal producido porque algunas áreas del cerebro no maduran correctamente.
También está asociado con lesiones sufridas en etapas prematuras de la formación del tejido nervioso, bien sea por un parto prematuro o traumático donde se ha producido un sufrimiento fetal o por el consumo de sustancias por parte de la madre durante el embarazo. Otro factor de riesgo determinante son los antecedentes familiares.
Tratamiento de la dispraxia
Este síndrome se diagnostica comúnmente en controles rutinarios con el pediatra, ya que este puede aplicar algunos test y pruebas específicas que hacen más fácil el proceso de diagnóstico.
El tratamiento de la dispraxia, la cual no tiene cura pero sí un pronóstico favorable donde los pacientes adultos no tendrán mayor problema para tener una vida normal, debe hacerse desde un enfoque multidisciplinar. Por eso, diferentes especialistas deben trabajar de la mano y colaborar en el tratamiento y rehabilitación del afectado para mejorar su adaptación y promover su autonomía. Algunos de estos profesionales son:
- Fisioterapeutas: enfocados en tratar los problemas motores y estimular la coordinación.
- Logopedas: responsables de ayudar con los trastornos del habla para favorecer la correcta emisión de palabras.
- Neuropsicólogos: determinantes en los casos donde el paciente sufre dispraxias ideatorias.
- Psicólogo: orientados a fomentar la autoestima del niño y/o entrenar sus habilidades sociales.
- Terapeutas ocupacionales: busca ayuda en el desarrollo de las capacidades motoras para obtener una mejor coordinación, así como fomentar los puntos fuertes y habilidades.
Junto a estos profesionales también trabajan profesores con estudios especializados como los que aporta la Maestría en Educación Especial de UNIR México. En este sentido, es clave una correcta coordinación entre los especialistas médicos, los docentes, terapeutas y familiares.