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Discapacidad auditiva en el aula: consejos y recomendaciones

Una buena atención del alumnado con discapacidad auditiva en el aula es vital para un buen desarrollo. En UNIR abordamos las claves de una buena atención.

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Una buena atención del alumnado con discapacidad auditiva en el aula es vital para un buen desarrollo. En UNIR México abordamos las claves de una buena atención.

El modelo de escuela inclusiva posibilita que los niños con discapacidad auditiva pueden acceder al aula ordinaria, beneficiarse de las mismas oportunidades educativas que sus compañeros oyentes y, algo todavía más importante: ser parte integrante de nuestra sociedad desde pequeños.

Naturalmente, la inclusión de alumnos discapacitados ha supuesto cambios en la organización de los centros, adaptaciones curriculares, la implementación de métodos didácticos más flexibles y funcionales y la incorporación de docentes expertos en Educación Especial en los colegios. Y es que el alumnado con discapacidad auditiva, además de sus limitaciones para acceder al lenguaje, posee otra dificultad añadida para el educador: su heterogeneidad.

Tipos de discapacidad auditiva

Según el grado de sordera (BIAP, 1997) podríamos hablar de discapacidad:

  • Ligera (pérdida tonal entre 21 y 40 dB): cuando al alumno muestra dificultades para percibir en ambientes ruidosos o captar sonidos muy bajos o lejanos. La hipoacusia leve es fácil que pase desapercibida en niños pequeños, pero a corto plazo afecta a su expresión oral, a la adquisición de la lectoescritura y al rendimiento escolar.
  • Hipoacusia moderada (pérdida entre 41 y 70 dB): el alumno necesita que se le hable en un tono elevado para poder captar la información. Cuando la pérdida auditiva es prelocutiva (antes de que el niño haya aprendido hablar) muestra notables déficits todas las áreas del lenguaje: fonético, semántico como sintáctico. Necesita ayuda de audífonos, implantes cocleares y sistema de FM durante las clases.
  • Severa (pérdida entre 71 y 90 dB): la persona percibe solo los ruidos fuertes y las palabras siempre que se le hable cerca del oído. El desarrollo del lenguaje oral es muy limitado; por ende, el alumno necesita audífonos, trabajar con un logopeda, apoyo pedagógico en el centro y adquirir la lengua de signos.
  • Profunda (pérdida entre 91 y 120 dB): el alumno no percibe el hablar y no desarrolla el lenguaje oral de manera espontánea. Necesitará aparatos auditivos, el uso de sistema de FM, aprender la lengua de signos y una intervención terapéutica y pedagógica personalizada y constante.

Necesidades especiales de niños con discapacidad auditiva

Cuando un niño sordo no puede acceder a la comunicación su aprendizaje conceptual a través del lenguaje se ve limitado y su desarrollo cognitivo, en consecuencia, es más lento que el de los oyentes. La adquisición del juego simbólico también es más tardía, según las investigaciones de Marchesi y cols (1995); incluso en los niños con implante coclear, como apuntó posteriormente Quittner y cols (2016).

No cabe duda de que el primero objetivo de la intervención en estos alumnos sea la adquisición de las competencias lingüísticas, como base fundamental para su desarrollo intelectual y socioemocional y la mejora del rendimiento académico. Este objetivo se traduce en:

  • La adquisición temprana de un sistema comunicación, ya sea a través de la lengua de signos, lenguaje bimodal o las palabras acomodadas.
  • El aprendizaje de la lengua oral con apoyos visuales.
  • El aprovechamiento de los restos auditivos del niño.
  • Y el trabajo continuo de la articulación fonética.

Respecto a las medidas ordinarias dentro de la escuela, se aconseja:

  • Cuidar las condiciones acústicas del aula: utilizar sistemas de frecuencia modulada, sentar al niño cerca del profesor e intentar controlar los niveles de ruido en el aula.
  • Presentar las actividades al niño con apoyos visuales para facilitarle la información.
  • Establecer una buena comunicación verbal con el niño: hablarle frente a frente y con apoyo gestual.
  • Fomentar su participación en las actividades y juegos con sus iguales para mejorar sus destrezas sociales e integración dentro de la escuela.
  • Comunicación y coordinación continuada del profesor con el equipo profesional que atiende al alumno y con la familia de este.

En los casos que sea necesario el centro tendrá que tomar medidas extraordinarias como: adaptaciones curriculares, contar un logopeda y docentes de apoyo especializados en Educación Especial o, en concreto, en discapacidades sensoriales.

Los psicólogos Palacios y Paniagua (Educación Infantil: respuesta educativa a la diversidad, 2005) recomiendan la introducción precoz de la lectura con apoyos gestuales como instrumento para el aprendizaje de la lengua oral en niños entre 3 y 6 años. 

Profesorado especializado en alumnos con necesidades especiales

La heterogeneidad del alumnado con sordera hace más compleja la respuesta educativa. El mismo grado de pérdida auditiva en dos niños puede derivar en niveles de afectación muy diferentes en relación a factores influyentes como: el ambiente sociocultural del alumno, si sus progenitores son oyentes o no, la estimulación recibida los años previos a su escolarización, posibles problemas de autoestima o falta de motivación hacia el estudio o las relaciones sociales.

El mayor reto de los centros es contar entre sus filas con personal experto que pueda ofrecer al niño una respuesta educativa adecuada y personalizada a estos alumnos. Y para lograrlo, el profesor necesita una formación profunda en los tipos de sordera, conocer el grado de acceso que tiene el niño al lenguaje o los recursos y actividades en el aula que facilitarán las competencias lingüísticas y el rendimiento escolar. Este nivel de especialización se puede alcanzar en UNIR, a través de la Maestría en Atención a las Necesidades Educativas del Desarrollo que prepara al futuro experto en la detección e intervención de los alumnos en los distintos tipos de discapacidad: física, intelectual, visual o auditiva.

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