Tipos de memoria humana y su importancia en el aprendizaje

Con seguridad, algunos lectores recordarán cuando en aquellos años nuestros docentes se negaban a utilizar los tipos de memoria humana para los procesos de aprendizaje, y lo cual era obvio, puesto que durante décadas atrás se le consideraba como la única forma de comprobar el logro de los objetivos educativos, es decir, cuando los estudiantes recitábamos de memoria los contenidos.

Comenzando los años 2000, nos hemos reconciliado con la memoria, puesto que las investigaciones neuropsicológicas nos han demostrado científicamente que la memoria es indispensable para el aprendizaje, debido a que también es la responsable de los procesos cognitivos básicos y superiores de las personas. Por lo tanto, es crucial que los docentes comprendan el funcionamiento de la memoria y su impacto en el desarrollo cognitivo y se mantengan al día con especializaciones como la Maestría en Aprendizaje, Cognición y Desarrollo Educativo, la cual ofrece conocimientos y herramientas para desarrollar métodos que no sólo se basen en las capacidades memorísticas de los estudiantes, si no que fomenten un aprendizaje integral y duradero.

La memoria nos permite tomar decisiones, hacer análisis, síntesis y todas las competencias cognitivas y metacognitivas que integran nuestra personalidad, así como también nuestro desempeño personal y profesional.

El presente artículo pretende mostrar los diferentes tipos de memoria, y su impacto favorable para el aprendizaje. Por ello, comenzaremos mencionando que tenemos diferentes tipos de memoria, lo que nos permite almacenar, procesar y recuperar información de diversas maneras. Entender estos tipos de memoria humana y su papel en el aprendizaje, puede ayudarnos a mejorar nuestras técnicas y metodologías educativas para promover el desarrollo cognitivo afrontando asertivamente los retos del presente Siglo XXI.

Tipos de memoria humana

• Memoria sensorial

La memoria sensorial es la primera etapa en el proceso de almacenamiento de la información. Es este tipo de memoria que se integrado a nuestra capacidad cognitiva porque se encarga de capturar información a través de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato) y retenerla por un breve periodo, generalmente menos de un segundo. Aunque su capacidad es enorme porque nos permite plasmar una “huella” cerebral al cual recurrir para alguna referencia; por ejemplo, cuando mencionamos: “este olor me recuerda la comida de mi abuela” o “esto sabe a fierro” o “me duele el brazo como si alguien me hubiera golpeado”. Por lo tanto, su duración es muy corta pero su uso es indispensable para etiquetar o mencionar las sensaciones (Goldstein, 2019).

• Memoria a corto plazo

La memoria a corto plazo, también conocida como memoria de trabajo, es la encargada de retener la información por un período breve, generalmente entre 15 y 30 segundos. Este tipo de memoria es crucial para las tareas cotidianas, como, por ejemplo, el recordar un número de teléfono antes de anotarlo o el recordar los pendientes que tenemos para el día o la semana. La capacidad de la memoria a corto plazo es limitada, y se estima que puede retener alrededor de siete elementos a la vez (Baddeley, 2012).

• Memoria a largo plazo

La memoria a largo plazo es donde se almacena la información por períodos prolongados, desde días, semanas, meses, años, décadas e incluso toda la vida. Este tipo de memoria tiene una capacidad casi ilimitada y se subdivide en varios tipos según el tipo de información que se almacene (Squire, 2004).

Tipos de memoria a largo plazo

• Memoria declarativa

Esta memoria declarativa, también conocida como memoria explícita, se refiere a la información que podemos recordar conscientemente y describir verbalmente. Se divide en dos subtipos:

• Memoria episódica:

  Relacionada con eventos personales y experiencias específicas, como recordar una fiesta de cumpleaños o una anécdota vivida (Tulving, 2002).

• Memoria semántica:

  Relacionada con conocimientos generales sobre el mundo, como saber las capitales de los países, pero también para los conceptos de nuestra profesión o que hemos aprendido en la escuela (Binder & Desai, 2011).

Memoria procedimental

La memoria procedimental, o memoria implícita, es responsable de las habilidades y hábitos que realizamos de forma automática, como por ejemplo el montar en bicicleta o tocar un instrumento musical, inclusive el manejar un vehículo. Este tipo de memoria no requiere un esfuerzo consciente para ser recordada (Cohen & Squire, 1980).

Memoria implícita

La memoria implícita incluye todos los tipos de memoria no declarativa, como la procedimental y otras formas de aprendizaje automático que no requieren una recuperación consciente de la información, como por ejemplo el vestirnos, el tender la cama (Graf & Schacter, 1985).

Importancia de los tipos de memoria en el aprendizaje

La comprensión de los diferentes tipos de memoria y su papel en el aprendizaje es fundamental para desarrollar estrategias educativas que sean eficientes y efectivas. Por ejemplo, la memoria sensorial y a corto plazo son cruciales en la fase inicial del aprendizaje, ayudando a captar, percibir y mantener información suficiente para ser procesada y almacenada a largo plazo. La memoria a largo plazo permite la consolidación de conocimientos y habilidades, facilitando su recuperación cuando sea necesario. La memoria episódica y semántica ayudan a los estudiantes para relacionar nueva información con experiencias previas, mejorando así la retención y la comprensión del material. La memoria procedimental es esencial para el aprendizaje de habilidades prácticas y automatización de tareas, permitiendo un rendimiento óptimo.

La relación entre la memoria y el aprendizaje se basa en el funcionamiento del cerebro humano, como anteriormente se había mencionado. Este proceso complejo involucra múltiples áreas cerebrales y sistemas de memoria que trabajan en conjunto para procesar y almacenar información, pero también el apoyar a los estudiantes en herramientas para la recuperación de la información. Por lo que el reto primordial será el reconciliarnos con la memoria, para así promover su importancia y la forma de desarrollarla dentro y fuera del aula.

En conclusión, en la actualidad es esencial conocer métodos y herramientas que nos permitan fortalecer la memoria y aprovechar al máximo nuestras capacidades cognitivas. Estar pendientes de los avances de la neuropsicología para así comprender cómo funcionan los diferentes tipos de memoria y su impacto en el aprendizaje, dándonos la oportunidad privilegiada de desarrollar y formar integralmente a las personas.

Dr. Alfonso Torres Maldonado, docente en la Maestría en Aprendizaje, Cognición y Desarrollo Educativo.

Pedagogo, especialista en Administración, Capacitación y Formación de Recursos Humanos; Maestro en Educación y Doctor en Liderazgo y Dirección de Instituciones de Educación Superior. Profesor de Didáctica general; Procesos de memoria, habilidades y TIC; y Dirección de centros educativos, en UNIR México