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Futuro de la inteligencia artificial: ¿cómo afectará a nuestra vida cotidiana?

Asistentes para acompañar a mayores, triaje de enfermos, detección de dolencias, el cambio climático… El futuro de la IA está más presente que nunca.

Futuro de la inteligencia artificial: ¿cómo afectará al día a día?

“Si tenemos datos, podemos hacer cualquier cosa”. Es el ingrediente mágico para que una inteligencia artificial funcione y dé los resultados óptimos para que una ‘sociedad smart’ optimice su eficacia. Así de claro lo tiene Claudia Villalonga, profesora de UNIR, con quien hemos aprovechado para hablar del boom de este tipo de tecnología en nuestro día a día. Y es que el futuro de la inteligencia artificial está más presente que nunca: “La encontramos por todas partes, en nuestros celulares como asistentes de voz; en nuestra casa a través de altavoces inteligentes que conectan una alarma. Esto ya es una realidad”.

En los últimos 3 años, gran parte de la población ha pasado de desconocer el término a saber en qué consiste o a que al menos le suene. ¿Somos conscientes de su uso y la responsabilidad que conlleva?

La IA ha venido para revolucionar nuestro presente

Según un informe de la International Data Corporation, el gasto en inteligencia artificial se va a duplicar en los próximos 4 años. Entre 2020 y 2024, se espera pasar de los 42,3 millones de euros a los 93 millones. Las empresas buscan ser más ágiles e innovadoras en un momento de la historia totalmente inusual. Entre los principales objetivos: brindar una mejor experiencia al cliente y ayudar a los usuarios a desempeñarse mejor en sus funciones. En definitiva, quieren hacernos la vida un poco más fácil con un nivel de servicios más personalizado. ¿Cómo afectará a nuestra vida cotidiana? Estos son algunos ejemplos que propone Claudia Villalonga.

Asistente personal de compañía para mayores

Si habéis visto la serie “Years and Years” de HBO, donde podemos seguir de cerca el progreso de una familia británica hacia un futuro cada vez más tecnológico, seguro que recordáis a la abuela. Este personaje consigue entablar una estrecha relación de ‘amistad’ con su asistente virtual, quien le ayuda en toda duda que le surge en su hogar, hasta el punto de que le hace compañía. Para Villalonga este es uno de los puntos donde la IA tiene cabida: como asistente que pueda acompañar a personas mayores que vivan solas.

“El confinamiento por coronavirus nos ha demostrado que la gente no ha llevado bien a nivel mental el aislamiento. Pero ¿y si tu dispositivo de casa te hablara de vez en cuando para preguntarte cómo estás o si te has tomado la medicación? Los ancianos ya no estarían tan solos, tendrían con quién hablar. Incluso más allá, su pastillero inteligente podría ser el que detecte que no se han tomado la pastilla y les avisara”.

Para Villalonga, no todo es pedirle a una máquina que nos apague o encienda una alarma, la luz o un sistema de música. El futuro más cercano girará en torno a que nuestros asistentes virtuales sean cada vez más cercanos y formen parte primordial de la familia.

Triaje de enfermos

Si una máquina tuviera la capacidad de decidir cómo de grave es la enfermedad que tienes basada en una serie de parámetros: temperatura, síntomas, dolor, análisis de sangre y orina, una radiografía o incluso por una foto, sería una forma eficaz de que el médico que tuviera que atenderte lo hiciera siguiendo un orden lógico, dejando los enfermos más leves para el final.

“A través del aprendizaje automático te podría decir en qué grupo estás. Imagina que, con solo introducir los síntomas en la computadora, en base a experiencias pasadas, se pudiera clasificar según la gravedad. Con ello, no quiero decir que se elimine el papel del médico. Es una forma de dar soporte al personal de admisiones que deben priorizar su asistencia”, resalta Villalonga.

Este sistema evitaría muchos quebraderos de cabeza a quien está en urgencias decidiendo cuál es el orden de asistencia y su decisión tendría una base científica.

Detección temprana de enfermedades

Sin duda, este es otro de los campos dentro de la Sanidad donde la IA está ganando peso y más aún desde la llegada de la COVID-19 a nuestras vidas. Este tipo de tecnología ha permitido, por ejemplo, que cobren importancia investigaciones en las que el estudio de radiografías de pulmones de enfermos de coronavirus pueda determinar con mayor seguridad si un paciente está infectado y cómo de grave está.

Ya las primeras semanas en China, doctores en Wuhan se servían de un algoritmo específico desarrollado por la empresa Axial AI para tomar como base millones de radiografías de personas con síntomas y que ese conjunto de datos les sirviera para hacer un diagnóstico más acertado. Esta manera de trabajar se está ampliando al resto del mundo, dando un impulso a la tecnología, para aplicarla sin barreras en el tratamiento de más enfermedades. Un ejemplo, resalta Villalonga, son los diabéticos: “La IA puede ayudarnos a analizar los datos de monitorización de una persona diabética. Una máquina almacenaría de forma automática todos los registros de glucosa en sangre, para luego procesarlos y así ver tendencias de su estado de salud (cantidad de insulina que necesita) y si su salud va mejor o a peor según sus series temporales”.

La IA tiene innumerables campos donde desarrollarse en el terreno de la salud y son también conocidos los avances que se están realizando en el análisis de imágenes para detectar el avance de una enfermedad o incluso adelantarse a ella. Ya no solo con radiografías, sino directamente sobre la piel: “Algunos estudiantes han hecho investigaciones sobre apps que detectan si puedes tener cáncer de piel a partir de una fotografía de un lunar sospechoso. Existe ya tecnología que es capaz de detectar cuáles pueden ser clasificados como un posible melanoma”.

Prevención de lesiones

Como hemos visto, la monitorización y el procesado de los datos conseguidos van de la mano y puede ayudar en el terreno de la salud. Otro ejemplo lo vemos en los equipos de fútbol. Seguro que muchos os habréis fijado que algunos jugadores llevan una especie de chaleco superior desde hace ya varias temporadas. Es un ‘chaleco smart GPS’ que monitoriza todo tipo de valores: distancia recorrida, a qué velocidad, aceleraciones, impactos corporales, el ritmo cardíaco…

Toda esa información sirve posteriormente para controlar la salud del jugador y adelantarse a si va a tener una lesión o un problema de cardiovascular: “Con estos dispositivos puedes medir si una persona va a tener un ataque al corazón. Al monitorizarla todo el rato, podrías detectar muy rápidamente si le está subiendo el ritmo cardíaco”.

Ahora se trata de un producto que se usa en el deporte, pero podría llegar a tener beneficios en la población gracias a un reconocimiento de las actividades a través de un dispositivo móvil que lleves contigo: “Con que lo tenga en el bolsillo, puedes saber muy fácilmente si la persona está andando, si está corriendo, si es sedentaria o no. Todo esto funciona con el propio acelerómetro del celular, el mismo que hace que tu pantalla gire. Y podríamos detectar patrones con machine learning”.

De esta manera, tu médico podría adelantarse en el diagnóstico de posibles problemas de salud, lesiones corporales que puedas tener si continúas haciendo la misma rutina…

Control de personas

Este punto entra en conflicto con los derechos personales, no querer que una entidad superior controle todo aquello que hacemos, pero la pandemia por coronavirus ha hecho replantearse esta tesitura. Es más que probable que en nuestro futuro más próximo se centre el foco en analizar todo lo que hacemos, dónde y si se rige por las leyes.

Ahora hemos visto ejemplos: “Que las cámaras de seguridad capten cómo de cerca estás de otra persona y si guardas las distancias es también inteligencia artificial. Se detectan las caras para ver si llevas correctamente puesta la mascarilla y si estás lo suficientemente separado de otras personas”.

Detección temprana de bajo rendimiento escolar

En UNIR, en 2018, ya se dio a conocer un estudio en el que se analizaba el comportamiento de un alumno dentro de la plataforma de estudios, saber si estaba siguiendo bien el curso y qué probabilidades tenía de que pudiera sacarlo o no adelante. Tal y como apuntaban los líderes del proyecto, no se pretendía fiscalizar a los alumnos, al revés, se buscaba ayudar a los profesores a mejorar las notas y rendimiento escolar de sus estudiantes.

En esta línea, cree Villalonga, que estará dirigido el futuro de los estudios online“Para nosotros, como profesores, lo más práctico sería poder detectar antes de que el alumno suspenda, que lo va a hacer, para así poder ayudarle. Si nosotros tenemos unos patrones determinados y sabemos que los alumnos no se conectan al campus virtual, tardan mucho tiempo en hacerlo entre dos periodos, no entran en las actividades propuestas, no leen el foro… podríamos detectar que su comportamiento va a hacerles suspender y adelantarnos”.

Lucha contra el cambio climático

Toda aquella tecnología que permita optimizar el proceso de generación de energía, considerar cuáles son los mejores momentos de la jornada para hacerlo, incluso valorar qué contaminantes afectan más a la humanidad o a un entorno, son algunas de las ideas que le vienen a la cabeza a Villalonga. Pero, entre todas, destaca la siguiente: la señalización inteligente del tráfico.

“Si se pudieran adaptar los semáforos y las señales de velocidad para controlar el flujo de tráfico, podrían mejorar la reducción de emisión de contaminantes. Por ejemplo, obligando a los coches a ir más lento. En esta línea, de reducción de contaminantes, también se me ocurre la idea de optimizar las rutas, que se programasen los recorridos entre dos puntos de la forma más eficiente”.

Problemas a los que se enfrenta la IA

La recogida de información es el principal dolor de cabeza de quienes tienen que entrenar a una inteligencia artificial. Si queremos que funcione de manera eficaz el machine learning se necesita un conjunto de datos tan grande, que es el principal obstáculo para lograr resultados más precisos. Y no solo eso, sino que después debe haber una clasificación y un humano tiene que aplicar un algoritmo que debe ser lo más objetivo posible para que no entre en juego un problema ético o un sesgo racial.

Villalonga apunta un ejemplo que ya se ha debatido en innumerables ocasiones estos últimos años ante la llegada de los coches autónomos: “Si hay un accidente, ¿a quién mato? Al niño con el balón que se ha cruzado por medio, a la persona mayor, a quien está dentro del coche… Todo esto conlleva una gran cantidad de problemas éticos, no solo de privacidad que es necesario discutir. Por lo tanto, no es solo tener datos, sino que estos sean equilibrados, buenos y con diversidad”.

Todo pasa por educar en inteligencia artificial a la sociedad. Que todos sepan que afecta a nuestra vida cotidiana más de lo que creemos y que no debemos tenerle miedo, sino respeto. Porque a quien debemos temer es a quien está detrás de ella y al uso que hace de la información que desgrana. Si quieres formar parte de la Maestría en Inteligencia Artificial y estar en el bando de quienes hacen ese buen uso, estás a un paso de lograrlo.

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