El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) no solo conlleva beneficios sino también desafíos y riesgos para la sociedad. Por ello, son muchas las voces que llaman a considerar la ética en la IA.
La presencia de la inteligencia artificial (IA) es cada vez mayor, pero su desarrollo tiene una cara B: la IA puede generar consecuencias negativas para los individuos y para la sociedad, y ahí es donde entra en juego la ética en la inteligencia artificial. Un mal uso de la IA puede incrementar las desigualdades, o un algoritmo mal programado puede significar la discriminación de una persona en la toma de una decisión (por ejemplo, que se le deniegue un seguro médico).
Los asistentes de voz, las búsquedas predictivas en Google, las recomendaciones de productos en tiendas online, los chatbots, la domótica o los mapas son algunos ejemplos en nuestra vida cotidiana en los que la inteligencia artificial está implicada. Esto es posible porque la IA es capaz de procesar datos e información de una forma similar a la inteligencia humana. Los sistemas de inteligencia artificial abarcan, por tanto, aspectos como el razonamiento, el aprendizaje, la percepción, la planificación, la predicción o el control.
Acuerdos a nivel europeo y la UNESCO
A este respecto, la Unión Europea, en su propuesta de reglamento sobre inteligencia artificial, ya alerta de que la utilización de la misma por sus características (como la opacidad, la complejidad, la dependencia de datos o el comportamiento autónomo) puede tener repercusiones negativas en los derechos fundamentales.
Del mismo modo, la recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial, aprobada por los 193 Estados miembros de la UNESCO en 2021, subraya las implicaciones éticas de la inteligencia artificial por su impacto “en la adopción de decisiones, el empleo y el trabajo, la interacción social, la atención de la salud, la educación, los medios de comunicación, el acceso a la información, la brecha digital, la protección del consumidor y de los datos personales, el medio ambiente, la democracia, el estado de derecho, la seguridad y el mantenimiento del orden, el doble uso y los derechos humanos y las libertades fundamentales, incluidas la libertad de expresión, la privacidad y la no discriminación”.
La recomendación de la UNESCO también llama la atención sobre los desafíos éticos que surgen debido al potencial de los algoritmos de la IA “para reproducir y reforzar los sesgos existentes, lo que puede exacerbar las formas ya existentes de discriminación, los prejuicios y los estereotipos”.
Por todo ello, el acuerdo de la UNESCO insta a los países a adoptar marcos regulatorios que garanticen que las tecnologías de inteligencia artificial estén al servicio de los intereses de los ciudadanos y beneficien a la humanidad en su conjunto.
Sociedad Mexicana de Inteligencia Artificial
En mayo del pasado año 2023, el diputado Ignacio Loyola (PAN) presentó la iniciativa de la ley denominada Ley para la Regulación Ética de la Inteligencia Artificial para los Estados Unidos Mexicanos. Más que incluir disposiciones claras para regular la Inteligencia Artificial, el proyecto propone crear un organismo autónomo que vele por su uso y establece estándares y principios éticos genéricos en torno al tema.
Lo más rescatable de la propuesta es la creación del Consejo Mexicano de Ética para la Inteligencia Artificial y la Robótica (CMETIAR), que estaría integrado por representantes del sector público y privado, quienes brindarían asesoría en la creación de normas oficiales mexicanas en esta materia.
La Sociedad Mexicana de Inteligencia Artificial es una sociedad científica cuya misión es promover el cultivo y la aplicación de la inteligencia artificial en la República Mexicana. Agrupa tanto a profesionales como a académicos del área, a quienes ofrece un marco organizacional y de gestión que les permite compartir y difundir sus proyectos de investigación, docencia, vinculación o difusión de la disciplina. Agrupa también, a través de sus capítulos nacionales, a estudiantes de nivel licenciatura o posgrado cuyos intereses los orienten a cultivar alguna de las áreas de la inteligencia artificial.
Para difundir la producción de sus miembros, tanto en el ámbito de la investigación o desarrollo, como en el de la divulgación, la SMIA tiene a su cargo diversas publicaciones y organiza anualmente el Congreso Internacional Mexicano de Inteligencia Artificial (MICAI) entre otras actividades.
Las labores de la SMIA son coordinadas por la Mesa Directiva de la misma, cuyos miembros son elegidos cada dos años.
La ética en la inteligencia artificial no es, por tanto, una cuestión baladí. De hecho, la Maestría en Inteligencia Artificial online de UNIR México no solo forma a sus alumnos en las cinco ramas principales de la IA (aprendizaje automático, aprendizaje profundo, planificación, procesamiento de lenguaje natural y visión por computador) sino que presta atención a las implicaciones filosóficas, éticas y legales en la aplicación de la inteligencia artificial.