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Método Dalcroze, enseñar música a través del movimiento

El método Dalcroze es una pedagogía musical que utiliza el movimiento corporal, la improvisación y el ritmo para desarrollar la musicalidad de manera integral. Busca unir cuerpo, oído y mente, fomentando la vivencia física de la música.

El método Dalcroze es una pedagogía musical que utiliza el movimiento corporal

Qué es el método Dalcroze

La historiografía musical, construida por musicólogos e historiadores de la música, no solo registra hechos y obras, sino que también revela los métodos pedagógicos que marcaron cada época. En este contexto, particularmente después de la mitad del siglo XX, los especialistas adjudican al músico, compositor y profesor suizo Emile Jacques Dalcroze, el nombramiento de precursor y transformador del modelo contemporáneo en la pedagogía musical.

Su método instructivo está caracterizado por fortalecer las habilidades de los estudiantes entre un cambio de paradigma, que pasa de ser un sistema pedagógico abstracto y rígido, a un aprendizaje vívido desde el cuerpo.

Dentro de los esquemas desarrollados por su método, Dalcroze destaca cómo los niños logran descifrar, entre otras tantas comprensiones superiores, que el estudio de la música es un proceso divertido, entretenido y festivo.

Maestría en Educación Musical

Ciertamente, antes de Dalcroze, la historiografía muestra cómo la educación musical europea centralizaba la memoria y la técnica como un terreno férreo sin espacio al error. Es en este periodo donde predominan los modelos rígidos y desvinculados del movimiento del cuerpo.

Sin embargo, a partir de su propuesta, se abre paso a un giro filosófico. Se destaca una mayor comprensión somática de la música y se muestra la integración del movimiento corporal.

Las actividades de una clase del método Dalcroze combinan un enfoque en la conciencia auditiva y la observación (impresión) con oportunidades para el movimiento improvisado y creativo (expresión) (Nivbrant Wedin, 2015, cómo se citó en Habro-James, 2024, p. 3). Los ejercicios se secuencian de manera que el nivel de dificultad aumenta gradualmente y los participantes se involucran con el material musical de forma multimodal, es decir, a través del movimiento, la escucha, la visión, el tacto y la voz. (Habron-James, 2024, p. 3).

Los ejercicios de iniciación musical logran llevarse al espacio, al juego y la sorpresa. El movimiento corporal se convierte en el primer instrumento del estudiante. En esta transición el niño experimenta el cuerpo como un instrumento y, eventualmente, a la naturalidad para comprender lo que será la técnica.

Características del método Dalcroze

El primer eje del método Dalcroze se centra en que el alumno reconozca los sonidos rítmicos como señales portadoras (entiéndase como pulsos dinámicos y frecuencias de lo que es propio de la naturaleza). Este proceso implica situarse en el origen y en el espacio para avanzar en el desarrollo de la coordinación motora, combinando el cálculo y la ejecución de los movimientos.

Este inicial proceso rítmico se convierte en el vehículo de abordaje hacia el entendimiento y desarrollo de la lectura, además de la comprensión del lenguaje musical que viene después, con capacidad auditiva y pensamiento resolutivo.

Como se menciona en El pensamiento dalcroziano, mucho más que rítmica, publicación de Pilar Lago Castro y Julia González Belmonte (2012):

Las características técnicas del método Dalcroze pretenden, entre otras cosas, el desarrollo del oído interno y el equilibrio de una relación mente-cuerpo de forma consciente, formación primordial ejercitada en muchos de los contenidos básicos utilizados en el método, con el fin de que este le brinde a la persona el control necesario para desarrollar correctamente la actividad musical

¿Cuál fue la visión de Emile Jacques Dalcroze para proponer una nueva forma de enseñar y entender la música?

Hasta este punto resulta relevante subrayar que no se ha hecho referencia explícita a la confianza personal como un motor intrínseco del aprendizaje en el método Dalcroze. No obstante, hay mucha relevancia en el hecho de instruir y otorgar significado a las acciones y expresiones relacionadas con el aspecto kinestésico, pues genera comportamientos en la emoción infantil que van más allá de la simple timidez. Característica que, en muchos casos, puede quedar oculta cuando el proceso de aprendizaje es repetitivo y estático, es decir, carente de movimiento.

La importancia de este enfoque radica en brindar una visión de pensamiento y ejecución que generaciones de jóvenes músicos y adultos no tuvieron posibilidad de experimentar.

A través del método Dalcroze, el movimiento y la expresión corporal se convierten en elementos trascendentales para superar barreras emocionales y fomentar una mayor seguridad personal en el proceso educativo musical. Esta pedagogía activa y viva es la clave de un mayor aprovechamiento por los estudiantes e incluso, la dualidad entre mente y cuerpo influye sobre otras expresiones artísticas.

De hecho, Dalcroze y su método inspiraron a generaciones de bailarines y músicos, especialmente en Europa. La obra Orfeo y Eurídice, de Christoph Gluck, representada en el Hellerau Studio Theater de Alemania en 1912, se basó en el método Dalcroze. Muchos coreógrafos modernos del siglo XX, como Ruth St. Denis, Doris Humphrey, Bessie Schonberg y Meredith Monk, entre otros, se inspiraron en Dalcroze. Su método se ha incorporado a diversas representaciones teatrales y operísticas y, en los últimos 50 años, ha influido en la educación musical en todo el mundo, con más de 30 institutos Dalcroze en la actualidad (Haward y Ring, 2001; Odom, 1998, como se citó en Seitz, 2005, p. 425).

Ejemplos del método Dalcroze

Entendida la macro visión del Dalcroze en su etapa inicial -primero sentir, después comprender- la obra titulada “Le gammes et les tonalités, le phrasé et les nuances”, desarrollada en tres volúmenes, incorpora una serie de ejercicios alineados con los tres ejes del método: movimiento, ritmo e improvisación.

Estos ejercicios, organizados de manera cronológica, abarcan un sistema integral de solfeo que no pretender reducir la curva de aprendizaje propia en los métodos tradicionales de los conservatorios de educación musical, sino establecer una novedosa metodología que favorezca al máximo el desarrollo y potencial de los futuros músicos.

El estudiante se ve rodeado de herramientas con las cuales puede practicar no solo la importancia del trabajo auditivo base, sino experimentar las distancias de los tonos de una escala mayor con juegos o el andar de sus pasos. Esto para una mayor comprensión entre la relación tono-semitono y las tonalidades que surgen de cada una de las notas que la integran.

Las notas musicales, como frecuencias audibles en términos físicos, adquieren relevancia en el plano espacial y el contexto dalcroziano dado que pueden ser resueltas con dictados tradicionales, asimismo, interpretar patrones con los movimientos del cuerpo.

Más adelante, la experiencia del método Dalcroze en su forma más técnica y especializada, se ve mayormente reflejada en cómo llevar a los estudiantes de música a una comprensión profunda sin desapego al rigor académico, ante un mar de información.

Para estas alturas, la instrucción musical demanda del estudiante un abordaje teórico más amplio y contextualizado. El profesor de música lleva la instrucción hacia un abanico de ejercicios solfísticos destacados que incluyen a las escalas y grados conjuntos; el desarrollo del oído absoluto, la improvisación, la memoria, la concentración, dictados musicales, canto y entonación; todo como si se tratara de una obra musical en el aula de ensayos.

Para la construcción de acordes, modulación, acentos, pies rítmicos y la preparación de la armonía, también se aborda bajo el concepto de “colectivo”, en el que los participantes interactúan resolviendo patrones. De este modo, y como citan Lago Castro y González Belmonte (2012), “todos los ejercicios están pensados para obtener mayor musicalidad a través del trabajo de fraseo con las dinámicas y los matices”

En otras palabras, la teoría musical está encaminada a funcionar paralelamente con el movimiento corporal y los ejercicios desarrollados por el método Dalcroze para fomentar en el alumno una mayor comprensión de sus habilidades y desarrollo de su musicalidad.

Finalmente, esta peculiar forma de entender el solfeo bajo la perspectiva del método Dalcroze, implica visualizarlo y llevarlo a un plano físico similar al de un barco navegable que, al iniciar su travesía, comienza a explorar las primeras áreas de un océano sobre el horizonte. Así, el estudiante no se limita al ejercicio auditivo y escrito, sino que también experimenta la música de forma kinestésica, integrando el aprendizaje del solfeo con la vivencia física y la expresión motriz.

Bibliografía

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