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¿Cuáles son los criterios del diagnóstico de Asperger?

El diagnóstico de Asperger se realiza de forma más precisa en los últimos años, pero aún no están claras las claves para detectar con certeza este síndrome.

Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), el síndrome de Asperger se encuentra dentro del trastorno del espectro autista (TEA), que ya no se considera como un trastorno no categorial, sino dimensional, donde las personas tienen algunos síntomas en distinta medida. Actualmente, se trabaja con la amplia variabilidad de las personas que presentan estos trastornos e intenta abordar los problemas que siempre han existido con respecto al diagnóstico de Asperger.

Se trata de un trastorno del desarrollo y, al igual que en el resto de trastornos del espectro autista, encontramos características como:

  • Dificultades en las habilidades sociales.
  • Dificultad para establecer relaciones con iguales.
  • Problemas en el uso del lenguaje con fines comunicativos.
  • Una gama limitada de intereses.
  • Presencia de comportamientos repetitivos y perseverantes.
  • Afectación o disminución de reciprocidad social o emocional.

El diagnóstico del síndrome de Asperger pueden realizarlo los psicólogos, psiquiatras, neurólogos, y también pediatras y neuropediatras. Es importante señalar que nos encontramos ante un síndrome sobre el que muchas veces se han realizado diagnósticos equivocados.

En la actualidad, sigue sin estar del todo clara su etiología. Por ello, los profesionales deben contar con formaciones específicas como la Maestría en Atención a la Necesidad Especiales o  la Maestría en Aprendizaje, Cognición y Desarrollo Educativo basada en neuropsicología, además de con un alto grado de experiencia tanto en la evaluación como en la intervención terapéutica.

Más allá de quién lo realice, contar con un diagnóstico precoz del síndrome de Asperger es vital para el desarrollo y la evolución del paciente. La detección e intervención temprana permiten proporcionar las herramientas y recursos necesarios para que la persona afectada pueda desarrollar su vida de la mejor manera posible.

El proceso de evaluación

El diagnóstico de Asperger no es sencillo y, generalmente, suele ser un proceso largo. Es fundamental que los profesionales profundicen y conozcan diferentes aspectos de la vida de la persona e indaguen en cada uno de sus síntomas.

El proceso de evaluación se puede dividir en dos fases:

  • Fase de screening: se trata de una fase previa al diagnóstico. Al realizar pruebas de screening, se obtiene una información que permite descartar que el paciente tenga Asperger o, por el contrario, se indica que existe la posibilidad de presentar el síndrome.

Un ejemplo de prueba que se puede aplicar en esta primera fase es el cuestionario M-CHAT, sobre comportamientos del niño que deben contestar sus padres.

  • Entrevistas y pruebas diagnósticas: si la prueba de screening presenta indicios de que el paciente puede tener síndrome de Asperger, se pasa a realizar una exploración especializada. En esta segunda fase, es común la realización de entrevistas, observaciones directas y pruebas diagnósticas específicas. Entre las pruebas utilizadas por parte de los profesionales se encuentran cuestionarios y baterías de pruebas como el ADOS-II, BAS y ADI-R.

Con toda la información recogida se elabora un informe y, en los casos en los que se confirma el diagnóstico, se presentan los pasos a seguir y las orientaciones para elegir el tipo de terapia más adecuada para el paciente.

¿Hay adultos con Asperger?

Aunque lo habitual es que el diagnóstico de Asperger se realice en las primeras etapas de vida, cada vez es más común encontrar casos que no son diagnosticados hasta la vida adulta. Estas personas observan que algunas de sus características se asemejan a la literatura leída sobre los trastornos del espectro autista y deciden acudir a un profesional.

En ese sentido, también en adultos cobra mucha relevancia la correcta formación de los profesionales. La mayor parte de las pruebas diagnósticas están diseñadas para población infantil, lo cual conlleva que, en muchas ocasiones, el diagnóstico en adultos sea complicado y se produzcan muchos errores.

El síndrome de Asperger en adultos presenta rasgos diferentes y, para entenderlo, hay que prestar atención a la experiencia vital acumulada por la persona. Hablamos de alguien que durante muchos años ha convivido con unas características particulares, sin ser consciente de que estas se debían a un trastorno. Además, muchas personas con Asperger han optimizado sus características positivas. Por ejemplo, hay muchos casos donde la capacidad de sistematización y las habilidades intelectuales han reportado un progreso laboral en áreas de ingeniería o informática. No obstante, es habitual que cuando el diagnóstico llega en la adultez hay que realizar una reorganización de la vida del paciente.

En definitiva, aunque ahora se recoge bajo la denominación más amplia de trastorno del espectro autista, la denominación de Asperger sigue vigente en la sociedad y en el terreno clínico. Su diagnóstico sigue siendo complicado, debido a las enormes similitudes con otros trastornos similares. Por ello, resulta clave que los profesionales cuenten con la mejor formación posible y con la experiencia que aporta el trabajo de campo con casos concretos.

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